

El sistema auditivo de los caballos ha evolucionado durante milenios para detectar cualquier peligro y con ello evitar ser presa de depredadores. Este complejo sistema es capaz de poner en aviso a un equino aunque el riesgo se encuentre a varios kilómetros y le otorga una gran confianza a su conducta, de ahí que el cuidado de las orejas y de los oídos sea fundamental para el bienestar de los caballos.
Los caballos deben confiar su seguridad a los sentidos, de forma que debido a esta circunstancia evolucionaron para que sus ojos, situados en los laterales de la cabeza, les proporcionen un campo de visión muy amplio. Pero la evolución no se ha limitado a la visión. Sus oídos, con orejas muy móviles y especialmente sensibles, les permiten detectar sonidos imperceptibles para el ser humano.
Las orejas de un caballo tienen la capacidad de rotar hasta casi 180 º y además de hacerlo de forma independiente, por lo que pueden captar sonidos que vienen de distintas direcciones a la vez.
Esta gran movilidad la logran gracias a los dieciséis músculos que se encuentran formando el pabellón auditivo y que sostienen un cartílago, llamado “pinna”, que es el encargado de dar forma triangular a las orejas. Esto es sorprendente teniendo en cuenta que los seres humanos sólo disponemos de tres músculos auriculares.
¡A poner música a sus oídos se ha dicho!
Fuente: www.blogterranea.es
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